jueves, 17 de noviembre de 2016

Lavinia Petti - El Ladrón de Niebla

No os engaño si os digo que este ha sido uno de los libros que mas me ha sorprendido este último año.
Y es que aún no sabría deciros por qué exactamente me lo compré...no estoy muy segura...creo que más bien se trató de una corazonada, algo que al leer el título y la sinopsis me decía que iba a gustarme...esas cosas nos pasan a los que leemos demasiado (llamadnos locos, benditos locos no?)

Tenemos a Antonio María Fonte, un señor aburrido, con una vida aburrida, que vive en una casa aburrida, con una gata aburrida...en absoluta soledad. Un señor que no parece muy amigable ni sociable, un escritor al que ni siquiera le apetece escribir...

Por otro lado tenemos que este señor descubre por casualidad en su casa un viejo retrato, de una mujer, una mujer muy hermosa...y por detrás del retrato unas extrañas palabras escritas...algo relacionado con los recuerdos y un lugar llamado Tirnail.

 Es en este punto cuando la vida del protagonista empieza a cambiar, él empieza a obsesionarse con ese retrato, le resulta familiar y a la vez no, cree reconocer a la mujer que está representada en él y a la vez no...y necesita respuestas pero no sabe dónde buscarlas.

Finalmente todo da un giro de 180º cuando, caminando por su barrio, sus pasos, sin saber por qué, le llevan a un lugar que "no había visto nunca anteriormente", un lugar con una gran torre que posee algo misterioso que le incita a entrar. Nuestro protagonista conoce allí a un individuo que dice ser El Coleccionista, que le da la bienvenida y se dirige a él por su nombre...como si ya se hubiesen conocido antes.

Este individuo le dice a Antonio que existe un lugar llamado Tirnail donde van a parar todas las cosas perdidas del mundo; los objetos, las ilusiones, las esperanzas, los recuerdos, las personas...todo aquéllo que el ser humano olvida, voluntaria o involuntariamente, va a parar alli...al reino de las cosas perdidas. Lo único que hay que hacer si se quiere olvidar es acudir a El Coleccionista y contarle aquéllo que quieras sacar de tu mente, él te dará algo a cambio de esos recuerdos...y al día siguiente todos habrán desaparecido, como si nunca hubieran existido, como si nunca hubieras tenido esas vivencias. Así de sencillo...se supone.

Antonio obviamente no se cree nada de lo que este enigmático señor le dice, es imposible que él se haya dirigido nunca a ese lugar buscando deshacerse de sus recuerdos...o no? Nuestro perdido protagonista sólo sabe que quiere averiguar quién es la mujer del retrato y por qué le causa tan extraña sensación cada vez que la mira.

Se despide finalmente el singular Coleccionista diciendole que Tirnail se encuentra al otro lado de todas aquéllas puertas que aparentemente no llevan a ninguna parte...y que si quiere recuperar esos recuerdos tiene que darse prisa y correr contrareloj, o podría olvidarse hasta de sí mismo y quedar encerrado en el reino de las cosas perdidas para siempre.

Con esta información Antonio vuelve a casa...preguntándose si se acababa de topar con un demente o si por el contrario era él el que estaba perdiendo la cabeza. Pero Antonio ya ha entrado en el juego...y al llegar a su edificio descubre que el ascensor tiene y siempre ha tenido un botón que lleva a un sexto piso, un botón en el que no había reparado nunca...porque el edificio en el que habita únicamente tiene cinco plantas...

Incrédulo pero algo contrariado, pulsa el botón que le dirige lentamente al sexto piso...y allí no podrá ni imaginarse lo que va a sucederle.

Os aseguro que la historia os atrapará de principio a fin, la recomiendo encarecidamente.
Hará volar vuestra imaginación y os hará daros cuenta de cómo funciona muchas veces nuestra mente...infinita pero a veces limitada, retorcida pero maravillosa al mismo tiempo...

miércoles, 12 de octubre de 2016

Harry Potter y El Legado Maldito

En primer lugar quiero decir que intento no hacer demasiados spoilers de los libros que reseño y recomiendo, pero obviamente a veces es inevitable dar algún dato sobre el argumento ya que es difícil hacer la reseña de una novela sin dar cierta información sobre la historia. En cualquier caso nunca desvelo finales ni enigmas ni acontecimientos repentinos y sorprendentes, eso siempre se lo dejo al lector.

Aviso aquí a mis escasos seguidores que, si aún no ha leído el último libro relativo a la saga de Harry Potter y no quieren recibir ningún tipo de información sobre su argumento o su hilo conductor, pueden dejar de leer ahora, y esperar a terminárselo antes de continuar con este post.
Si a pesar de todo queréis seguir leyendo, pues luego no digáis que no avisé.

Me he encontrado con opiniones muy diversas sobre esta última entrega; algunas de disgusto, otras de expectativas incumplidas, otras de decepción, otras de ternura, nostalgia, satisfacción, etc.

Hay que entender que la idea original de la obra es de J.K.Rowling y de otros dos autores más, por lo tanto el estilo y la forma de contar la historia es diferente, pero eso no evita que sea un buen libro, que mantenga los valores y la esencia que tenían los tomos originales de la saga. Personalmente y ya que sabéis de sobra que soy una persona enormemente sensible, tengo que decir que lloré en varias partes de la novela; más que nada por la emoción que me causaba el recordar mis años adolescentes en los que me pasaba las horas muertas imaginando cómo sería mi vida en Hogwarts, a qué casa pertenecería, cuáles serían las asignaturas que más me gustase aprender, qué profesor me caería peor, o si el Quidditch se me daría bien. Todos estos pensamientos han vuelto a mí al leer esta última entrega.

Considero que, además de la nostalgia de recordar viejos tiempos literarios en mi vida, la historia es entrañable y enternecedora. Nos presentan al pequeño Albus Potter como un muchacho rebelde y asqueado con la fama de su padre, que obviamente se ha convertido en la suya. Un muchacho que siente que no quiere ser igual que su padre ya que éste tiene mucho de lo que arrepentirse y culpabilizarse, por ejemplo de la muerte del joven estudiante Cedric Diggory durante el famoso Torneo de los Tres Magos.

Esta rebeldía hace que el joven Albus se haga amigo inseparable de Scorpius Malfoy, el hijo de Draco que ha crecido siendo odiado y repudiado por todos dada la fama de su familia de exmortífagos, y que además de esto ha tenido que convivir con horribles rumores sobre su nacimiento. Ambos deciden que Hogwarts no es lo que buscan, que no es el lugar idílico del que hablaban sus padres y que quieren cambiar las cosas.
Esto les lleva a emprender una intensa aventura, empezando por escaparse del expreso de Hogwarts antes que éste llegue al colegio, y robando un mágico objeto guardado en el Ministerio que les permitirá viajar en el tiempo para, tal vez, cambiar el curso de la historia.

Lo que los muchachos, y sus respectivos padres, no saben, es que existe una profecía originada tras la muerte de lord Voldemort que, de hacerse realidad, no sólo empeorará las cosas si no que volverá a cubrir el mundo de oscuridad y desesperanza.

Los adultos Granger, Weasley, Malfoy y Potter tendrán que saber lidiar con la adolescencia de sus hijos, averiguar la forma de entender lo que traman, adelantarse a sus decisiones y aceptar que ser padres después de haber sido durante años los niños más famosos del mundo mágico no va a ser nada fácil.





miércoles, 5 de octubre de 2016

Simplemente...Harry Potter

La saga que dió inicio a mi amor compulsivo por la lectura.

Creo recordar que lo dije al inicio de este blog, pero ya que ahora muchos de los lectores y lectoras nacidos durante mi generación (y posterior) están cayendo en el delicioso vicio de Harry Potter, quería, más que una reseña (porque reseñas ya se han escrito muchas), hacer mi pequeño homenaje aquí en mi pequeño espacio.

La semana pasada vivimos en España un auténtico boom en todas las librerías debido a la publicación (en español, obviamente) de lo que podríamos llamar el último libro de la saga, de la que más adelante haré reseña (cuando me lo acabe xD).
A pesar de no estar escrito íntegramente por la inglesa J.K.Rowling, si no por otros dos autores en colaboración con ella, me di cuenta de que las librerías se llenaron de jóvenes ansiosos por poder tener un ejemplar de la obra. Y yo no podía dejar de preguntarme: "¿Por qué el fenómeno Harry Potter, a pesar de que han pasado años desde que yo los leí, y de su publicación, sigue atrayendo a tantísimo público de todas partes del mundo?, ¿Cuál es el secreto?"

Cada año se escriben y publican numerosas sagas de diversas temáticas que atrapan a miles de lectores, a millones, de varias generaciones; tenemos trilogías, tetralogías, pentalogías, historias con ya más de quince volúmenes y cuyas continuaciones se siguen publicando, etc. Pero nada más multitudinario y revolucionario que la salida al mercado de un libro de Harry Potter, ya sea continuación de la saga original o una historia a parte...siempre acabas encontrándote cola a la entrada de las librerías esperando a que abran sus puertas para que la gente se abalance en tropel a comprar su ejemplar antes que nadie. ¿Curioso que un libro mueva a las masas de esta manera, no?

A día de hoy aún no sé deciros cuál es el secreto que nos mantiene generación tras generación obnubilados ante las historias que rodean a aquél niño que sobrevivió...¿buen márketing?, ¿buena estrategia publicitaria?,¿merchandising?...¿es acaso el maravilloso argumento, la forma en la que está escrito y la magia que emanan sus páginas lo que atrapa al lector y lo mantiene pegado al papel hasta que se le resecan los ojos?...eso espero, al menos eso es lo que me conquistó a mí.

Aún recuerdo aquél día leyendo la sexta entrega, El Misterio del Príncipe, que recientemente acababa de publicar la editorial Salamandra en castellano...corría el año 2006, yo tenía 15 añitos y demasiadas ganas de leer. Mi madre en aquél entonces estaba todo el día regañándome porque no dejaba suelto el tomo ni para ir al baño (literalmente).
Un buen día se cansó y me lo quitó, me prohibió volver a leerlo hasta que ordenara mi cuarto y limpiase mi habitación, que se pasaba días destartalada ya que yo sólo tenía tiempo de ir al instituto, comer, dormir y leer (y hubiera prescindido de las tres primeras si no fuesen en ese momento indispensables para mi supervivencia diaria).
No os podéis ni imaginar lo que lloré, más que cuando, más adelante, en ese mismo libro, me enteré del fallecimiento del mejor profesor y el mejor mago que haya creado la literatura jamás...obviamente ya sabéis de quién hablo.
Al final mi madre tuvo que devolverme el libro, no sé si por pena o por la vergüenza de ver a su hija de 15 años llorar como cuando tenía 5 y la obligaban a comer algo que detestaba...

Y ese es el efecto Harry Potter querid@s, en este tipo de anécdotas se resume la obsesión y el vicio que provoca, tanto que afecta a personas de todas las edades y de todas las generaciones a día de hoy.

Ojalá este fenómeno no se detenga nunca y siga afectando a los lectores venideros, porque os digo una cosa, no hay obsesión más sana y más enriquecedora que la obsesión que te provoca un buen libro. Que años después vuelvas a leerlo, y te siga atrapando como la primera vez. Esa, y sólo esa, es la verdadera magia de la lectura.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Mamen Sánchez - Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión

Es esta una novela de las que te dejan una sensación enorme de felicidad y dulzura cuando la acabas; admito que lloriqueé con el final, no pude evitarlo.
Esta historia no es apta para lectores sensibles y extremadamente tiernos, porque se les derretirá el corazón sin remedio y tendrán ganas de abrazarse de forma compulsiva al primer ser humano que se le cruce por delante, yo aviso.

Hace unas semanas reseñé otra de las novelas de Mamen Sánchez: "La felicidad es un té contigo" y me he dado cuenta de que esta autora escribe tal y como a mí me gustaría escribir, con una gran sensibilidad, con mucho romanticismo, mucha ternura y mucha poesía en cada párrafo; describe las situaciones de manera que sientes con los personajes, te ves en ellos y te involucras con ellos hasta el punto de que deseas fervientemente gritarles las respuestas a sus preguntas y que ellos las perciban al otro lado del libro; como cuando Bastian grita el nuevo nombre de la Emperatriz Infantil para que ésta le escuche y el mundo de Fantasía se salve (reseñaré próximamente La Historia Interminable, una indudable obra maestra).

No ha habido ni un momento durante la lectura de este libro en el que no haya deseado zambullirme entre sus páginas (sin bañador ni nada) y abrazar a cada uno de sus protagonistas. Y es que Cecilia, la primera persona con la que te topas al empezar a leer, es una adorable señora recién separada de su marido (infiel asqueroso) que ha decidido renunciar a su cómoda vida en un apartamento cerca de El Retiro para mudarse a la vieja casita de sus ya fallecidos abuelos a orillas del río Manzanares. No contenta con este cambio, transforma dicha casa en una preciosa pensión para universitarias que estén buscando alojamiento durante el curso; y así conocerá a Catalina, Noelia, Ivanna, Azucena, Justice y a Andrés Leal.
Cada uno de estos personajes le robará el corazón a Cecilia a su manera, la involucrarán en sus peripecias y transformarán la pequeña pensión "más bonita del mundo" en el hogar de una gran familia cuyos miembros de orígenes totalmente distintos se encuentran en ese momento de sus vidas en el que es ahora o nunca, el cambio definitivo, la decisión, el objetivo final...y os preguntaréis: ¿es posible que lo que empieza siendo la humilde casita de unos abuelos eternamente enamorados, acabe por convertirse en el lugar en el que seis personas se encuentren a sí mismas y descubran su objetivo en la vida? Pues sí, es posible.

Y esto nada mejor que la narrativa tierna y dulce de Mamen Sánchez para relatarlo. Sólo os diré que esta historia tiene de todo: amor, traición, misterio, secretos, risas, llantos, pasiones, viajes, locura...¿a qué esperáis para leerla?

Nos vemos en el próximo libro a la taza!





miércoles, 14 de septiembre de 2016

Virginia Woolf - La señora Dalloway

Hoy vengo a hablaros no sólo de una novela...si no de una autora. Una de mis autoras preferidas.

Adeline Virginia Stephen, nacida en Londres el 25 de Enero de 1882; una mujer intensa en todas sus facetas, reflexiva y filosófica como los personajes de sus novelas. Vivió toda su vida en Londres con su marido, Leonard Woolf. Un hombre al que siempre amó por encima de todas las cosas, un hombre al que se entregó en cuerpo y alma, que le proporcionaba estabilidad, confianza en sí misma y un amor incondicional...tanto, que el día en el que Virginia Woolf decidió llenar los bolsillos de su abrigo de piedras y tirarse al río Ouse, el 28 de Marzo de 1941, dejó una nota de suicidio únicamente dirigida a él:
"Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo —todo el mundo lo sabe. Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo. V."
  
Y es que Virginia Woolf sufría trastornos bipolares, era una persona con numerosos problemas de ansiedad y depresiones que hacían que la convivencia con ella fuera difícil de llevar. Más adelante hablaré de otras facetas muy interesantes de su vida, aprovechando las reseñas de otras de sus novelas.

En esta ocasión os quiero reseñar la que realmente es la más importante de sus obras, por no hablar de que está considerada como un gran clásico de la literatura del siglo XX: La Señora Dalloway.
Esta novela se desarrolla en un único día de Junio en el que la protagonista, Clarissa Dalloway, debe organizar una fiesta. Durante la sucesión de acontecimientos (escasos, pero significativos) de la obra, vemos una constante reflexión de la protagonista, sobre su vida, sobre las decisiones que tomó en el pasado y que la han llevado a donde se encuentra en ese momento, sobre el tiempo, el paisaje, Londres, la felicidad, su rol de mujer, su matrimonio, su familia, etc. Toda la novela es un constante ir y venir de reflexiones, pensamientos, descripciones...todas ellas llenas de poesía y romanticismo, de feminidad y delicadeza.
Al mismo tiempo tenemos a otro personaje, llamado Septimus Warren Smith, un veterano que regresó a casa después de haber batallado en la Primera Guerra Mundial lleno de traumas y cicatrices psicológicas, un hombre atormentado que al final de la novela se suicida tirándose desde la ventana de su casa (presentimiento curioso del final de la vida de la propia autora).

Son estos dos personajes, en mi opinión (Clarissa Dalloway y Septimus Warren Smith) sobre los que gira toda la argumentación de la obra, ya que la noticia del suicidio del soldado llega a oídos de la señora Dalloway durante su fiesta, y es enormemente curioso como ella reflexiona, horrorizándose al principio por haber salido un tema tan escabroso como el suicidio durante su celebración, y sin embargo reflexionando sobre el desafío que supone la muerte, el reto que supone dejarlo todo atrás y entregar la propia vida, rendirse.
Es en este momento en el que ella parece apreciar de repente las pequeñas cosas que enriquecen su vida: aquélla fiesta, sus amistades, el poder acurrucarse junto a su marido, etc. De modo que toda la existencia se basa en decisiones, unas acertadas, otras erróneas (cuyas consecuencias te persiguen siempre), sacrificios, vanalidades a veces, mentiras en ocasiones...pero hay que vivir, a pesar de todo.

¿Está Virginia Woolf entregándonos su propia alma, su bipolaridad y su propia inestabilidad psicológica a través del personaje de Clarissa Dalloway y de Septimus Warren Smith, siendo la primera la parte de ella misma que busca la vida, el valor de las pequeñas cosas y la felicidad; mientras que el segundo representa sus depresiones, sus traumas y sus ganas de rendirse...? Es posible, de hecho es mi percepción de la  novela, lo primero que me vino a la mente al terminarla.

Si tenéis ocasión de leerla o ya la habéis leído no dudéis en darme vuestra propia opinión.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Esas novelas que hablan de amor junto a una buena taza de...

Da igual de qué: café, té, chocolate caliente...el caso es que este tipo de novelas nunca dejarán de encantarme.
Hay tres tipos de libros que me enganchan y captan mi atención en el primer momento en el que entro en una librería a echar un ojo.
-Los libros que hablan de otros libros/librerías/bibliotecas, etc.
-Los libros que hablan sobre café/té
-Los libros que hablan sobre chocolate/chocolaterías/bombonerías, etc.
En definitiva, aquéllos que hablan sobre mis adicciones más acérrimas en cualquiera de sus vertientes.

En este caso, estas dos novelas me llamaron la atención precisamente porque pertenecen al segundo grupo de libros que me suelen encantar en el primer vistazo, tanto su título como su imagen de portada me parecieron absolutamente adorables, y por supuesto ya cuando leí el pequeño resumen de la contracubierta me acabé de enamorar del todo...

He leído y reseñado más libros de este tipo, como por ejemplo "Deseo de chocolate" de la extraordinaria Care Santos o "El Café de los corazones solitarios" de la adorable Milly Johnson, pero estos dos han sido los últimos que he leído al respecto y me han parecido enormemente tiernos.

Empecemos por "La felicidad es un té contigo"...una pequeña novela de Mamen Sánchez que nos relata las diversas y extraordinarias peripecias de un inglés encargado de viajar a la España profunda con la única misión de cerrar una revista literaria que le genera muy pocos ingresos a su padre, dueño de la editorial Craftsman&Co.
Atticus Craftsman recibe este encargo con enorme pesar, ya que viajar repentinamente a España trastoca todos sus planes en Inglaterra, pero finalmente accede a la petición de su padre y llega a tierras españolas por primera vez para conocer a las cinco mujeres que llevan la redacción de la revista literaria Librarte, cinco mujeres tan desesperadas por impedir la clausura de su preciado medio de vida, que urdirán una elaborada trama para entretener al caballero inglés y así ganar más tiempo para pensar en cómo detener su inminente despido.
La protagonista de toda esta trama es Soleá, una morena andaluza perteneciente al grupo de trabajadoras de la revista que intenta por todos los medios camelarse con su arte mediterráneo al pobre Atticus. Este cae irremisiblemente rendido a sus pies, y con la historia de que la abuela de Soleá guarda unos documentos muy antiguos y valiosos en un viejo arcón ambos viajan al sur con la promesa de que estos documentos salvarán a la revista de la quiebra.
Pronto los padres de Atticus se percatarán de la falta de noticias de su hijo, y de su imposibilidad de contactar con él por ningún medio. Esto hará que finalmente ambos abran una investigación en España llevada por el inspector Manchego que de luz sobre la repentina desaparición de su primogénito y a la vez resuelva las dudas sobre la participación de las extrañas mujeres de la revista en dicho suceso.
La investigación del inspector, las tramas urdidas por las cinco trabajadoras de Librarte, la confusión de los padres de Atticus, las disparatadas situaciones que éste sufre a la hora de adaptarse a la vida andaluza , las peripecias y cómicos intentos de la familia de Soleá por adaptarse a las tradiciones del inglés...etc. Todo esto dará lugar a una serie de sucesos desternillantes pero siempre con una ternura abrumadora que nos conducirán sin remedio a enamorarnos de todos y cada uno de los personajes una y otra vez hasta la última página.
Para finalizar esta reseña podemos decir que al final la sobriedad y rectitud del inglés Earl Grey de la marca Twinings (que a Atticus no puede faltarle allá a donde vaya) se verá aquí sustituida por la mezcolanza de hierbas aromáticas (y algo afrodisíacas tal vez) de las infusiones de una conocida anciana del pueblo de Soleá...que poco a poco harán, junto con la extraordinaria paciencia y dedicación del inglés y la intensidad y el arte de la andaluza, que vaya cociéndose a fuego lento una historia de amor tan dulce y excitante como una buena taza de té.

En cuanto a la segunda novela que reseñaré: "El primer café de la mañana", sólo con poneros en situación creo que ya os enamoraréis del ambiente de la novela.
Roma, Plaza del Trastévere, una cafetería regentada por un camarero soñador y entusiasta cuya especialidad es el café con Nutella, una chica francesa de ojos verdes recién llegada, una rara e inquietante historia familiar, té negro con rosas...en fin, con estos ingredientes ¿Quién no tendría ganas de ponerse a leer como un loco?
Mientras Massimo Tiberi vive rodeado de esplendor en su preciosa ciudad, con su alegre y siempre transitada cafetería, no sabe que el gran amor de su vida viaja sin demora hacia Roma a quedarse en una vieja casa tocada en herencia, que pertenecía a una cliente habitual de la cafetería Tiberi. Una cliente que falleció con un gran secreto oculto a todos los que la conocían, o a casi todos...
La recién llegada tendrá que lidiar con gente que no conoce, hablando un idioma que no conoce, y con gustos que ella ni se ha dignado en experimentar.
Siempre con su termo de té negro con rosas bajo el brazo, la francesa Geneviève probará el maravilloso café del bar Tiberi por primera vez, bajo los atentos ojos encandilados de Massimo, y se dará cuenta de que no todo es desconfianza y miedo; de que a veces sólo necesitamos abrirnos completamente a alguien que únicamente quiere tomarse con nosotros el primer café de la mañana...pero durante todas las mañanas del resto de nuestra vida.



jueves, 18 de febrero de 2016

Natalia Sanmartin Fenollera- El despertar de la señorita Prim

Es curioso lo que me impactó esta pequeña novela de poco más de trescientas páginas; y es que cuando la compré me llamaron la atención no sólo las ilustraciones de la portada (cómodos sillones, pasteles, libros, una chimenea, un viejo gramófono, etc.) que me provocaron una sensación enormemente placentera de hogar, de comodidad, de ternura...
Como iba diciendo, no únicamente el diseño de su portada me impactó, también la escueta sinopsis que leí en su contraportada, una de las frases decía así: "El despertar de la señorita Prim nos sumerge en un inolvidable viaje en busca del paraíso perdido, de la fuerza de la razón y la belleza y de la profundidad que se esconde tras las cosas pequeñas."

Es uno de estos pequeños resúmenes que te llegan, que te llenan de curiosidad y que hacen que quieras saber más. No pude hacer otra cosa que llevármelo a casa, los lectores complusivos ya conocerán esa familiar sensación de tener un libro entre las manos y notar ese extraño pegamento que no permite que lo devuelvas a la estantería de la que lo sacaste, que hace que te muerdas el labio intentando echar cuentas de cuánto dinero llevas encima y cuánto deberías gastarte...y que finalmente te hace llegar a la conclusión de que no importa, ¿Qué mejor foma de gastarse el dinero que en un buen libro?, ¿Y con quién iba a estar mejor esa pequeña novela que contigo?

Así que, en definitiva, me lo llevé a casa, y cuál fué mi sorpresa cuando descubrí que este libro no tenía realmente nada que ver con lo que aparecía en el resumen de su contraportada, que tenía varias capas de lectura y que esa era una forma muy superficial de describirlo, de hecho aquél que se lo lea y se quede únicamente con esa triste descripción es que realmente no lo ha leído.

Esta novela habla de mucho más, habla de la búsqueda del "yo" interior, de la huída de las convenciones, de la obtusa modernidad, de la cambiante sociedad en constante ebullición, de la desesperación del ser humano por reencontrarse con su espiritualidad, con la magia del alma y la belleza que le rodea, con dejar de analizarlo todo con escuadra y cartabón y maravillarse como un niño del mundo, del universo...de la vida. ¿Es curioso que un pequeño libro de no más de trescientas páginas hable de todo eso no?

Me pareció increíble que una joven periodista especializada en economía hubiera sido capaz de escribir algo con tanto encanto, con tanto mensaje...dándole tintes de las más célebres escritoras románticas como Jane Austen, las hermanas Brontë o Louisa May Alcott. Esas escritoras en cuyas novelas no podía faltar una buena reunión de salón junto a una buena chimenea y unas tazas de té o chocolate caliente con pastas y pastelillos de limón.

Toda la trama se produce en un pequeño pueblo llamado San Ireneo de Arnois, en el que vive una pequeña colonia de hombres y mujeres que han querido huir de la modernidad, que han preferido vivir a la vieja usanza, al más puro estilo de la campiña inglesa en el siglo XIX; esa época de paseos por el jardín, reuniones frente al fuego, discusiones filosóficas y literarias junto al té de la tarde, etc.
Hasta los niños de esta mágica aldea reciben una educación estricta basada únicamente en la lectura de los grandes clásicos, en todos los idiomas, que les hacen parecer pequeñas enciclopedias andantes.

La señorita Prudencia Prim (una dama que siempre había pensado que pertenecía a una época que no era la que le había tocado vivir y que estaba harta de la vanalidad y la marabunta de la sociedad moderna) aparece en este pueblo en respuesta a un anuncio que encuentra en el periódico, en el que se solicita una joven bibliotecaria para clasificar y ordenar los viejos libros de un hombre lleno de secretos. Allí encontrará la vida sencilla y rural que tanto anhela...y mucho más que no esperaba encontrar.
Tendrá que convivir con los vecinos de la cerrada colonia, acostumbrarse a sus tradiciones y descubrir un estilo de vida que despertará sus sentidos y alimentará su alma hasta sacarla de su caparazón y transformarla en la mujer que siempre había querido ser.

"Qué cosa tan pequeña y tan grande es la felicidad"

 

sábado, 30 de enero de 2016

Diálogo con los duendes luminosos...

Duende.- No me gusta lo que hasta ahora has escrito.
Autor.- A mí tampoco me satisface.
D.- Te has olvidado de nosotros, de los duendes con luz.
A.- Pensaba hablar ahora de los duendes luminosos.
D.- ¡Ese es el error! De nosotros no se puede hablar. Sólo se puede amarnos, vivir con nuestra vida, más allá de las palabras.
A.- (Tímidamente)- ¡Quizá me puedas ayudar!
D.- Te estoy ayudando desde el principio. Desde que tu creías que era idea tuya hablar de los duendes del Prado, cuando esto te lo sugirió uno de nosotros.
A.- Un duende con ojos chispeantes y hermosos.
D.- Quizá fue nuestro representante.
A.- ¿Qué ves de malo en lo que he escrito?
D.- Te apasionan los otros duendes, los malignos. Esos duendes que tú llamarías en alemán unheimlich. Con esa palabra que os empeñáis en que es intraducible. Los duendes que os saludan desde el fondo de la sala de los frescos de la Quinta del Sordo. ¡Ese Saturno! O tus tan queridos fantasmas del Bosco, con muchos aspavientos y poca carne.
A.- ¿Cómo traducirías tú al castellano esa palabra unheimlich que Freud empleó para expresar la inquietud que le producía mirarse en el espejo y no verse? O, al revés, ir por la calle y encontrarse a sí mismo en la misma acera, caminando hacia él.
D.- ¡Eres algo tonto! Tus amigos traducen esta palabra por "siniestro". Mala traducción. Yo diría espeluznante. Que es una palabra hermosa. En ella hay la misma raíz que tiene la palabra esperanza y en seguida, en medio de la palabra está "luz". Ves, no nos asusta lo espeluznante porque somos luminosos, llevamos dentro la luz.
A.- ¿Sois muchos en el Prado?
D.- ¿Para qué preguntas? Tú bien lo sabes. Aparecemos por todas partes.Tú sólo te das cuenta de los más  hermosos.
A.- Por ejemplo, de los que hay en La lecherita de Burdeos.
D.- Ése es uno de los que más pueden equivocarte. En seguida se te ocurrirá compartir esas bobadas que todos dicen. Que si con ella comienza el arte moderno, el impresionismo. Monet, Manet, Pisarro, Gauguim, etcétera.
A.- ¿Y no es así?
D.- En esa muchachita que está soñando comienza el ensueño en la pintura. El ensimismamiento en el sueño. El sueño como luz que dulcifica el color, los grises, los azules infinitos, el aire...Y de nuevo el sueño. ¡Es un sueño!, se dice de una cosa muy bella. Entra el sueño en la pintura con este cuadro. No el relato de un sueño, sino el aroma de lo más íntimo del sueño. Perdida en sus sueños, nostálgica. Pero me estás haciendo hablar como tú. Hablando siempre se termina por decir tonterías. El sueño hay que soñarlo también.
A.- ¿Entonces crees que los duendes sois inasibles? ¿Que no se puede hablar de vosotros?
D.- Naturalmente que no. Tan pronto dices algo, el duende se marcha, desaparece...Ya sé que te fascina la mirada de la Maja vestida...
A.- No sólo a mí. Muchas horas he pasado yo y otros muchos tratando de descifrar esa mirada. Inolvidable, indecible. Parece que en ella se expresa el momento del retorno del amor, del amor violento y del amor dulce, de la ternura y del goce. Y con ella asoma la sabiduría, el conocimiento de todo. Es una mirada que jamás será definida con palabras por mucho que los hombres se esfuercen.
D.- Esa es vuestra torpeza. Para entenderla hay que contemplarla una y otra vez, durante muchos días, durante años. Y al final todo es muy sencillo. No hace falta más que enamorarse de ella.
A.- ¿De la maja?
D.- Sí, de la maja. Hay que llevarla en la retina durante muchas noches, en el recuerdo durante días y días. Intentar llegar a sus profundidades, que ni ella misma conoce.
A.- Es un duende implacable y hermosisimo. No suelta prenda. Embruja.
D.- Naturalmente, como todos nosotros.
A.- ¿Nosotros? ¿No es mejor hablaros como si fuérais mujeres? Los duendes luminosos son siempre mujeres.
D.- Da lo mismo. Pero tú es posible que nos entiendas mejor como mujeres.
A.- O como cosas no humanas. Hay duendes impalpables. Por ejemplo, en el Jardín del amor de ese pintor, el más fabuloso de todos, el más sabio, Rubens. Todo el cuadro está recorrido por un duende invisible. Pasa sobre los terciopelos, se interpone entre los besos, se apoya en los hombros de las mujeres, hace susurrar los árboles, vibrar la luz, dulcifica todo. La conversación -creo que el cuadro se llamó así alguna vez, La conversación galante-, la charla amorosa se despereza, con languideces sublimes.
D.- Todo el cuadro tiene un duende amigo. Le llamamos "la bruma dorada". El oro se deslíe en el aire, se torna vapor sutil, bruma...¿Cómo ha podido un hombre asir al amor por su parte más impalpable?
A.- Veo que eres un duende amigo, que me ayudas a decir lo que es imposible decir.
D.- No tengo más remedio que ayudarte. ¡Me das pena! Tu esfuerzo es tan noble como inútil. Las palabras lo estropean todo. Los duendes nos reimos de ellas.
A.- ¿Qué sería de nosotros los hombres sin vosotros, los duendes luminosos?
D.- ¿Todavía no lo sabes? El horror del vacío os devoraría como Saturno a sus hijos.
A.- Saturno, el Espeluznante.
D.- Nosotros somos todo lo contrario. Pero vosotros los hombres cada día sois más torpes.
A.- Sí, somos cada día más víctimas del desencanto.¡Dime algo de Tadea!
D.- Ya sé que ibas a decir una bobada. Pero te lo perdono. Ibas a hablarme de Proust. Tadea es una bocanada de aire mágico convertida en traje, en vida de mujer. Es una de las muchachas en flor, cualquiera, la más amada. Es el vaho que se desprende de la belleza, un privilegio que la mujer únicamente pone al descubierto cuando se la ama con todas las fuerzas. Los hombres, ahora, son debiluchos.
A.- ¿Has visto cómo sujeta el guante para ponérselo o para quitárselo?
D.- Estoy seguro que Rita Hayworth jamás vio a Tadea. Y, sin embargo, hizo un día este mismo gesto y se volvió inmortal.
A.- ¡Verdaderamente me ayudas! Mi gratitud, duende escondido, va aumentando. Empiezo a enamorarme de ti un poco.
D.- ¡No hagas eso nunca; no se puede nunca uno enamorar de un duende!
A.- Uno puede y debe enamorarse de todo. Precisamente ahora muchos sabios sesudos, convertidos en poetas, recomiendan que volvamos a encantar el mundo, que lo re-encantemos. Un pensador ya un poco pasado de moda había preconizado como norma para el hombre moderno el "desencantamiento". O el desencanto como manera de ver el mundo.
D.- ¡A buena parte os ha llevado esa receta! Al aburrimiento.
A.- Y al vacío. Ahora todos nos quieren re-encantar. Ya no los poetas, todos.
D.- Sí; abrir los ojos como unos desesperados para vernos. Pero ¡fíjate en esas muchedumbres que recorren el museo! Van en grupos o en parejas o solos. Llevan un libro en las manos y lo intentan leer. Los ojos, de vez en cuando, se apartan de sus páginas y nos miran. Miran sin vernos; los duendes reímos en un rincón. No demasiado fuerte, para que no nos oigan.
¡Los pobres nunca sabrán que han paseado entre los duendes más simpáticos del mundo!
A.- ¡Y los más sabios! Pero a veces salís de vuestros escondrijos.
D.- ¡Naturalmente! Y nos paseamos por la cuidad. No para hacer algún desaguisado terrible, como los duendes que tú adoras...
A.- No; te equivocas, yo no los adoro. Me interesan únicamente.
D.- Deberías interesarte más por nosotros, los duendes luminosos.
A.- Los duendes del re- encantamiento.
D.- Por el momento nos hemos vuelto visibles a los sabios, a los astrónomos sobre todo, que son los más listos. A algún físico también. Los poetas, en cambio, se han vuelto menos perspicaces. Pocos vienen por aquí. Y como traen sus anteojeras no nos ven.
A.- Lo cierto es que este museo está lleno de guías. Pero no los guías uniformados y serios, algo aburridos, cansados de ver siempre las mismas figuras. Debía ponerse a la entrada del museo una advertencia. ¡Cuidado con los guíás invisibles! El museo está lleno de ellos, por todos los rincones.
D.- ¡Vamos a seguir viendo los cuadros! Estábamos en esa sutilísima Doña Tadea. ¿Qué te parecen las Tres Gracias?
A.- Aquí los guías fracasan; se esfuerzan en hacer ver la enorme belleza que se desprende de la carne, del desnudo, de su insondable enigma, del enigma de la piel que irradia calor, caricia, deseo, satisfacción, ternura. ¡Me pierdo! Esas tres mujeres, de las que ahora dicen tonterías los visitantes, llevan debajo de su fabulosa e increíble piel el bullicio secreto de la vida, de esa vida que jamás termina, que es incansable en el deseo, en el amor.
D.- Es el duende más difícil de todos. El que vuestra época no comprenderá jamás.
A.- Bueno, algunos críticos han dicho cosas muy hermosas sobre esa prodigiosa técnica de hacer que la carne sea, en el lienzo, más carne que en la naturaleza, que en la vida.
D.- También Rubens está lleno de duendes, de minúsculos puntos de color, radiantes; unos verdes, otros azules, otros blancos; algunos de matices indefinidos, ocres suaves, amarillos relampagueantes. Todos se asocian, se llevan bien, como buenos hermanos, trabajan juntos en silencio. El fruto de su obra es tierno y firme a la vez, desprende, irradia calor y hermosura. Consistente, apetecible, lo que los hombres llaman sensual porque no tienen otra palabra.
Es el tacto hecho color. O el color convertido en tacto; mejor dicho vuelto a sus orígenes, voluptuoso, tierno. Hay a quien esa increíble hazaña que es volver tangible al color, hacerlo carne suave, caliente no le gusta.
A.- No saben ver.
D.- No.
A.- Ni tocar. La pintura, como todo arte, no es sólo de uno de los sentidos corporales sino propiedad de todo. Necesita todo lo que en nosotros percibe, todo lo que se siente. Ese chaparrón de toques, de caricias, de sonidos, de obras. Todo junto, en armonía, es lo que produce la pincelada, esa llamarada que es carne o mirada, paisaje o lejanía...
D.- Los cuadros hay que saber escucharlos, cada uno tiene su rumor. Cada uno su silencio. Todos callan y hablan a su manera. Saber ver es hermoso. Pero lo es también escuchar:
A.- Por ejemplo, en el Jardín del amor, lleno de aromas, de sutiles reposos, de brisas...
D.- Sí, una brisa dorada circula en él por entre los cuerpos, bajo los árboles. Todo en este cuadro es oro y brisa.
A.- Es uno de los cuadros más hermosos del Prado. Y pocos son los que se detienen a experimentar su magia. A escuchar la brisa de oro. Que es también bruma de oro. El susurro del tiempo, la calma de la luz tibia, encelada.
D.- Nunca el amor fue tan directo. Y penetra con el aire, con la luz, canta con las palabras.
A.- ¿Tú lo escuchas?
D.- ¡Claro! Es un cuadro que debe ser escuchado. Las Tres Gracias llaman al Tacto, que no necesita moverse. La piel de la mano o de la mejilla se sienten hermanas de los cuerpos sonrosados, de la tersura madura y prometedora, de la sensualidad que se encendería sin reposo, vibrando.
A.- Quizá mezclando la ternura y la voluptuosidad.
D.-Mejor el milagro cálido de lo que se perpetúa en el goce.
A.- ¡Las gentes muestran ante estos desnudos de Rubens su ausencia de sensibilidad, creen que son propios de una época que no les atañe! Ignoran que su propio cuerpo, que desconocen, es uno de los mayores misterios del mundo, y que reproducirlo...
D.- No se puede hacer esto sin mucho amor, ¿no es así?
A.- Si así llamas a la sabiduría que se contiene, a la suavidad que se despliega, al himno que no se atreve a salir de los labios, a la música secreta de la vida que circula bajo la piel suavísima, al perfume...
D.- Escuchar los cuadros es también escuchar su perfume, que no es el de las esencias de los tarros de pintura, ni la de los aceites. Las Venus de Rubens llaman a todos nuestros sentidos, vibran de luz, de ávida carne en posibilidad de amor. Son como el amor en reposo.
A.- Todo es mito en estos cuadros. Relato de mundos olvidados y perennes, secretos que gritan su verdad. Luz, brisas; la vida floreciendo, palpable.
D.- Creí que ibas a hablar también de mis hermanitos impertinentes.
A.- ¿De los angelotes?
D.- Sí; a fuerza de llenarse de duendes invisibles, con tanta plenitud de duendes, el pintor no ha tenido más remedio que darles forma, que poblar sus frondas, sus figuras de "putti", de angelitos. Son como un testimonio de que existimos.
A.- ¿Para los ciegos?
D.- Sí, pero ciegos hay muchos. Y a pesar de todo siguen sin vernos. Creen que somos puro adorno, capricho.
A.- Escuchan al guía que sólo dice lo que no importa. Las gentes debían escucharnos.
D.- Pero siempre tienen prisa. Y, además, han de hacer fotografías, comprar postales...
A.- En lugar de estarse quietos y escuchar.
D.- Sí, escuchar la bruma dorada.
A.- La de los cuerpos y la del amor, la de la paz y el rumor de la gente y de los árboles.
D.- Pocos lo perciben.
A.- Has estado hablando de brisa, de brisa dorada. Pero ¿no es una bruma y no una brisa lo que surge del cuadro de Rubens, de ese maravilloso Jardín del amor? Que detiene a los turistas en la anécdota, en el episodio que se relata, que no les dejaa pasar a ver los duendes secretos que habitan el cuadro.
D.- Con malicia, el pintor ha llenado el aire de angelotes para que no se vean los duendes.
A.- Y lo ha llenado de brisa amorosa para que no se perciba la mágica bruma. Los duendes sois bruma y brisa a la vez, algo al mismo tiempo perceptible e inasible.
D.- ¿De oro?
A.- Sí; de oro como ese oro que lleva el Rey Mago ante los pies del Niño-Dios. El oro se deslíe en el aire, embruja el verde de las hojas, abrillanta la tersura o la molicie de la carne. El pincel, la mirada se desparraman como un pomo de perfume...
D.- ¡No sé por qué te gusta tanto ese cuadro! Pero abandonas otros muchos que también tienen bruma y duendes. Por ejemplo, ahí tienes a Patinir. Con sus brumas lejanas. Con sus lejanías que apuntan al infinito.
A.- A la nostalgia. Son nostalgia encarnada.
D.- ¿Nostalgia de qué?
A.- La nostalgia suprema, esa nostalgia que nace del horizonte. Nostalgia de aquello de donde venimos y a donde vamos. Nostalgia de lo materno escondido en los cielos, en las madres fecundas, en los sueños, en los recovecos sin descubrir todavía de la mente del hombre.
D.- De todo lo que está por descubrir.
A.- Eso sois los duendes; esas infinitas cosas que el hombre todavía no ha descubierto.
D.- Él cree que lo sabe todo.
A.- Cada día sabe menos; cada día es más cegato para los duendes.
D.- Y para los ángeles.
A.- Algunos de ellos no; ya antes mencionamos a los físicos, a los astrofísicos. Todavía quedan algunos poetas.
D.- Y desde luego los pintores. ¿Te acuerdas de aquellos acantilados en la bruma, inolvidables, que pintó Claude Monet?
A.- Volvamos a la bruma dorada. O gris. Es vuestro mundo, el mundo de los duendes. Pero estamos charlando demasiado. Debemos volver a nuestro trabajo.
D.- Sí; estamos abandonando a los visitantes. O ellos nos abandonan a nosotros. ¿Quién tiene la culpa?
A.- Nadie tiene la culpa. Las cosas hermosas, las maravillas del mundo deben estar protegidas, semiescondidas, ser jirón de niebla, esbozo, algo que sólo se presiente y que nunca se ve. Bruma, brisa. Ese mundo infinitamente tangible de lo intangible.
D.- ¿De la lejanía?
A.- Sí; de la lejanía...

{Juan Rof Carballo-Los Duendes del Prado}



viernes, 29 de enero de 2016

Cita: "Nostalgia de la luz" (Michael Cassé)

"Hay quien ve cosas en el cielo, yo veo cielo en las cosas [...] Amoroso de la luz más alta, me maravillo. Y me maravillo de maravillarme"

miércoles, 13 de enero de 2016

Jessie Burton - La casa de las miniaturas

Después de leer este libro me surgió una pregunta: ¿Cómo debe sentirse alguien que en un determinado momento de su vida recibe esa señal extraordinaria que le invita a escribir una gran historia?, ¿Qué debe pasar por la cabeza y por el corazón de esa persona en el instante en el que ve algo o percibe algo que le indica que debe escribir sobre ello?, ¿Y qué ocurre cuando esa historia se transforma en un enorme éxito?

Esto le pasó a la londinense Jessie Burton en una casual visita turística al Rijkmuseum de Amsterdam. En dicha vista la autora se quedó prendada de una gran casita de muñecas allí expuesta perteneciente a Petronella Oortman, una joven de 18 años que en 1686 se casó con un importante comerciante holandés y comenzó así a formar parte de la próspera burguesía que nacía en los rincones de la bella Amsterdam.




La joven adquirió su valioso objeto y contrató los servicios de más de 800 artesanos miniaturistas para que poco a poco dieran luz a aquélla reproducción de su propia casa a pequeña escala con todo tipo de piezas al detalle: muebles, cortinajes, vajilla, ropa de cama, cuadros, accesorios de cocina, baño, etc. Finalmente y después de 19 años, tras haber concluido la tarea de terminar su casa de muñecas, Nella Oortman falleció.

De esta sencilla historia la autora nos ha relatado un precioso relato ficticio sobre la vida de esta noble muchacha, sus pasiones, sus inquietudes, su curiosidad por el misterio que gira entorno a aquéllos que la rodean, el recibimiento de aquélla casa de muñecas y su extraña relación con el/la miniaturista que va desgranando su historia y la de su nueva familia a base de intrigantes cartas acompañadas de pequeñas piezas, piezas con secretos...no simples reproducciones, sino miniaturas que van más allá, que muestran lo que va a ocurrir, que predicen los inminentes destinos de sus protagonistas sin que la joven Nella pueda hacer nada para evitarlo.

¿Cómo es posible que el desconocido miniaturista sea capaz de plasmar en sus figuras el devenir de las personas a las que representan?, ¿Toda su vida está siendo espiada?, ¿Es una señal?, ¿Qué es lo que el artesano está queriendo decirle?

"El hombre toma por un juguete todo lo que ve", es el lema que reza en la fachada de la tienda del anónimo genio, una tienda aparentemente abandonada, pero llena de vida.

Poco a poco Nella descubre gracias al virtuoso artesano que las personas son universos desconocidos en los que debemos adentrarnos para conocerlos, para comprenderlos...y a menudo conocernos también a nosotros mismos.

Cada uno es arquitecto de su futuro, pero todos necesitamos cierto empujón para madurar y ser capaces de escapar de nuestra indefensión ante el mundo, enfrentarnos a los golpes de la vida y aprender a tomar decisiones por cruentas y catastróficas que parezcan...a veces llegamos a sentirnos realmente solos, sin nadie que nos ayude a dar luz a esos momentos oscuros del destino, sintiéndonos extraños en nuestra propia existencia...

Pero esa señal, ese empujón, ese candil que ilumine un poco el camino puede llegarnos desde cualquier parte, desde cualquier rincón, a veces, ¿quién sabe?, desde las extraordinarias manos de un miniaturista...