miércoles, 14 de septiembre de 2016

Virginia Woolf - La señora Dalloway

Hoy vengo a hablaros no sólo de una novela...si no de una autora. Una de mis autoras preferidas.

Adeline Virginia Stephen, nacida en Londres el 25 de Enero de 1882; una mujer intensa en todas sus facetas, reflexiva y filosófica como los personajes de sus novelas. Vivió toda su vida en Londres con su marido, Leonard Woolf. Un hombre al que siempre amó por encima de todas las cosas, un hombre al que se entregó en cuerpo y alma, que le proporcionaba estabilidad, confianza en sí misma y un amor incondicional...tanto, que el día en el que Virginia Woolf decidió llenar los bolsillos de su abrigo de piedras y tirarse al río Ouse, el 28 de Marzo de 1941, dejó una nota de suicidio únicamente dirigida a él:
"Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo —todo el mundo lo sabe. Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo. V."
  
Y es que Virginia Woolf sufría trastornos bipolares, era una persona con numerosos problemas de ansiedad y depresiones que hacían que la convivencia con ella fuera difícil de llevar. Más adelante hablaré de otras facetas muy interesantes de su vida, aprovechando las reseñas de otras de sus novelas.

En esta ocasión os quiero reseñar la que realmente es la más importante de sus obras, por no hablar de que está considerada como un gran clásico de la literatura del siglo XX: La Señora Dalloway.
Esta novela se desarrolla en un único día de Junio en el que la protagonista, Clarissa Dalloway, debe organizar una fiesta. Durante la sucesión de acontecimientos (escasos, pero significativos) de la obra, vemos una constante reflexión de la protagonista, sobre su vida, sobre las decisiones que tomó en el pasado y que la han llevado a donde se encuentra en ese momento, sobre el tiempo, el paisaje, Londres, la felicidad, su rol de mujer, su matrimonio, su familia, etc. Toda la novela es un constante ir y venir de reflexiones, pensamientos, descripciones...todas ellas llenas de poesía y romanticismo, de feminidad y delicadeza.
Al mismo tiempo tenemos a otro personaje, llamado Septimus Warren Smith, un veterano que regresó a casa después de haber batallado en la Primera Guerra Mundial lleno de traumas y cicatrices psicológicas, un hombre atormentado que al final de la novela se suicida tirándose desde la ventana de su casa (presentimiento curioso del final de la vida de la propia autora).

Son estos dos personajes, en mi opinión (Clarissa Dalloway y Septimus Warren Smith) sobre los que gira toda la argumentación de la obra, ya que la noticia del suicidio del soldado llega a oídos de la señora Dalloway durante su fiesta, y es enormemente curioso como ella reflexiona, horrorizándose al principio por haber salido un tema tan escabroso como el suicidio durante su celebración, y sin embargo reflexionando sobre el desafío que supone la muerte, el reto que supone dejarlo todo atrás y entregar la propia vida, rendirse.
Es en este momento en el que ella parece apreciar de repente las pequeñas cosas que enriquecen su vida: aquélla fiesta, sus amistades, el poder acurrucarse junto a su marido, etc. De modo que toda la existencia se basa en decisiones, unas acertadas, otras erróneas (cuyas consecuencias te persiguen siempre), sacrificios, vanalidades a veces, mentiras en ocasiones...pero hay que vivir, a pesar de todo.

¿Está Virginia Woolf entregándonos su propia alma, su bipolaridad y su propia inestabilidad psicológica a través del personaje de Clarissa Dalloway y de Septimus Warren Smith, siendo la primera la parte de ella misma que busca la vida, el valor de las pequeñas cosas y la felicidad; mientras que el segundo representa sus depresiones, sus traumas y sus ganas de rendirse...? Es posible, de hecho es mi percepción de la  novela, lo primero que me vino a la mente al terminarla.

Si tenéis ocasión de leerla o ya la habéis leído no dudéis en darme vuestra propia opinión.


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